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jueves, 2 de enero de 2020

3ºESO_TEMA 2: El mal y el pecado:¿QUÉ ES SER UN “FRISTRO PECADORL DE LA PRADERA”?

TEMA 2- EL MAL Y EL PECADO: ¿QUÉ ES SER UN “FRISTRO PECADORL DE LA PRADERA”?



1. Pecado es, sobre todo, hacerle daño al corazón de Dios, a los demás y a uno mismo. No es no cumplir unos mandamientos solamente; es no cumplirlos CON CONCIENCIA de que estás haciendo daño a Quien te los ha dado para que seas feliz.


Los10 Mandamientos que Dios dio a Moisés no sólo prohibiciones; se pueden decir de otra forma. Por ejemplo: el 5º mandamiento “No matarás” también se puede entender desde el concepto de que Dios es el Dios de la Vida: “Da Vida a todos”. Por tanto, el que yo me dé cuenta de que estoy cometiendo un pecado, depende DE SI CONSIDERO A DIOS UNA PERSONA QUE ME QUIERE MUCHÍSIMO Y YO NO QUIERO HACERLE DAÑO, o si simplemente le considero como alguien que me vigila constantemente y observa y apunta cada cosa que hago para luego pasarme la factura. Como decía Bruce en la película: “Yo soy la hormiga a la que Dios está mirando con una lupa”. Por tanto, lo primero que hay que entender es que PECADO= HACER DAÑO A ALGUIEN QUE ME QUIERE,A DIOS.


¿Cómo le hago daño? Si El me creó para amar como Él y yo lo que hago es hacer daño a las personas que me rodean y a mí mismo, le hago daño a Él. Por lo tanto, Dios tiene sentimientos, es una persona. Y no le da igual lo que vivamos o lo que hagamos. Por eso es necesario pedirle perdón en el sacramento de la Confesión.


2. ¿Es Dios el culpable del sufrimiento, de mi sufrimiento? Como se ve en la película, tenemos libertad para hacer y no hacer lo que queramos, aunque haga daño a los demás incluso a mí mismo. Así que solo nosotros somos responsables de nuestro sufrimiento. Dios nos dio libertad para hacer el bien o el mal; y la mayoría de las veces elegimos el mal.


PELÍCULA “COMO DIOS”


El pecado también es sustituir a Dios en nuestra vida, es decir, el lugar que debe ocupar Él en nuestro corazón, se lo damos al dinero, a otras personas o a nosotros mismos. Queremos que nuestra felicidad o nuestra tristeza dependa de ese “dios” que nos hemos hecho y que hemos dejado que ocupe el lugar de este Gran Amigo.


En la película, Bruce se harta de que Dios “haga tan mal las cosas” y piensa que él lo haría mejor. Pero hay una diferencia entre el trabajo de Dios y lo que Bruce quiere: Dios ayuda a todos, a que todos sean felices. Y lo que Bruce quiere es que sólo él sea feliz. Utiliza el poder que Dios le da para su bien, pero causa mal en otros:
-la luna creciente que “crea” para conquistar a Grace, de pronto causa en tsunami,
-para obtener la exclusiva de una noticia y que le den el puesto de presentador mete marihuana en la furgo de los periodistas de otro canal…Y lo consigue, le llegan a llamar “El Sr exclusiva"
-Hace mal al otro presentador, se venga de él: usa su poder para que hable de forma rara y divertida. Usa su poder para vengarse
-Oye las oraciones de todo el mundo y le molesta, no lo quiere, quiere atenderlas cómodamente y acaba haciendo un programa en el que dice “Sí” a las peticiones de todo el mundo. Y crea también conflicto, porque el premio de la lotería le toca a muchísima gente y se forma un caos.
Dios le pregunta: “Hace 1 semana q tienes mis poderes, ¿a quién has ayudado?” Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, es decir, somos amor como Él y seremos felices cuando amemos. El problema es que, cuando buscamos nuestra propia felicidad y no la de los demás, todo son problemas, no somos felices. Por eso, pecado también es no dejar que Dios lleve nuestra vida, nos guíe a amar, y tomemos las riendas de nuestra vida para buscar sólo nuestra felicidad. Bruce no ha creado el Reino, sino lo contrario: el caos.


Cuando, en el Everest, Bruce le dice a Dios que va a ayudar al mundo, Dios le dice:”¿El mundo? Aceptaste el trabajo y no te pedía que hicieras más de lo que puedes. Sólo te dejé tu calle para que ayudaras” La mayoría de las veces pensamos que nos gustaría cambiar el mundo que tenemos lejos, pero no se nos ocurre que, a lo mejor, lo que Dios quiere que cambiemos es el nuestro, lo que tenemos cerca: mi relación con mi familia, con mis amigos, con Él....


Hay una característica importantísima del amor y que Dios la respeta: nuestra libertad. Bruce lo llama “libre albedrío” Y si amamos de verdad a una persona, debemos respetarla también y dejarla totalmente libre para que nos quiera o no. En la peli, Bruce le pregunta a Dios: “¿Cómo puedo hacer que quiera volver conmigo sin intervenir en su voluntad?” Y Dios le responde: “ Bienvenido a mi mundo, hijo. Si hallas la respuesta a esa pregunta, avísame” Porque para Bruce él todo lo tiene que controlar, hasta la voluntad de Grace. Y le manda “mensajes”: -En la radio,Entra a por un café y en la tele ve anuncios sobre Bruce…LA MANIPULA, INTENTAR INTERFERIR EN SU VOLUNTAD...Y DIOS NO HACE ESO.“Te echo de menos, nada tiene sentido sin ti”, llega a decir Bruce. Pero cuando utiliza su poder de Dios para interferir en sus sentimientos, no surte efecto, NO PUEDE OBLIGARLA A QUERERLE.


Cuando Bruce reconoce que el caos de la ciudad es por su culpa, Dios le dice : “Por mucho que se ensucie una cosa, siempre puedes limpiarla de arriba a abajo” Le está diciendo que puede pedir perdón y volver a empezar. Bruce le dice a Dios que las peticiones eran muchas y que él les dijo a todos que sí. Y Dios le responde: “¿Desde cuándo la gente sabe lo que quiere?”. Es decir: pedimos cosas como que nos toque la lotería...pero ¿es lo más importante en nuestra vida? ¿Es lo más importante para Bruce su trabajo y perder a Grace? ¿Es más importante tener trabajo que amor para ser feliz?


Dios le dice: “Separar la sopa no es un milagro Bruce, es un truco de magia. Una madre que combina dos trabajos y aún así encuentra tiempo para llevar a su hijo al entrenamiento de fútbol, ESO ES UN MILAGRO. Un adolescente que dice “no” a las drogas y “sí” a los estudios, ESO ES UN MILAGRO. La gente quiere que yo les resuelva todo pero de lo que no se dan cuenta es de que ellos tienen el poder. ¿Quieres ver un milagro, hijo?: Se tú el milagro” “


Cuando Dios sube las escaleras, Bruce le dice: “¿Ya te vas? ¿Pero y si te necesito?” Y Dios le contesta: “Ese es el problema: miráis al cielo y no hacéis nada.Y creo que puedes arreglártelas solo” Y Bruce empieza a ayudar al del coche estropeado, renuncia al puesto de presentador y pide perdón al compañero, acepta el trabajo que no le gusta de volver a ser reportero en la calle, etc.


Su mayor sorpresa es cuando se entera de que Grace reza por él: “Dios, ayuda a Bruce a que encuentre sentido para vivir, a que sea feliz…Todavía le amo pero no quiero seguir amándole, no quiero seguir sufriendo. Por favor, ayúdame a superarlo” TODO LO QUE EL CONSIDERABA QUE HABIA CONSEGUIDO SIENDO DIOS, GRACE LE HACE VER QUE NO ES VERDAD NI ES LO MAS IMPORTANTE EN LA VIDA


Bruce se rinde ante el caos que ha creado al tomar el control de todo, y acaba diciendo: “Quiero que vuelvas a ser Tú el que decidas lo que es mejor para mí. ¡Me someto a tu voluntad!” “Bruce, tú tienes la chispa de la vida, ¡tienes el don de nutrir al mundo de alegría y risas!. ¡Lo sé, yo te creé!”





Sentido educativo o pedagógico del sufrimiento,


Con el sufrimiento se manifiesta en la maduración de la persona. Por supuesto, un ejemplo lo tenemos en el Señor Jesús, que desde la cruz perdona a sus torturadores.
Ejemplo probado de madurez espiritual es la compasión, la misericordia y el perdón, principalmente con aquellos que nos hacen sufrir, y nada más cerca de la inmadurez en el Espíritu, es la queja constante e insolente, para con Dios y para con los demás.


Sentido redentor.
Ayuda a la propia redención y salvación y, completada ésta, ayuda a redimir a los demás.
Como decía San Pablo: “-Completo en mi cuerpo lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia”.
No es que a la pasión de Jesús le falte algo, pero ha dejado un lugar para que incorporemos a ella nuestros propios sufrimientos, haciéndolos valiosos y con sentido.
Eso sí, como el de Jesús, nuestro sufrimiento debe ser “amoroso”.
La alegría de padecer.
Por último, tenemos la enseñanza de San Pablo: Él “se alegra” en los sufrimientos.
Parte de la experiencia del Resucitado que se le manifiesta en el camino a Damasco, y desde la gloria de la cruz se alegra de padecer por Jesús en favor de sus hermanos.
Es más, manifiesta que está “crucificado” con Cristo. Vive él, pero en realidad, no es él, sino que Cristo vive en él.
¿Se puede ser feliz así?
Podemos concluir que el sufrimiento, para el cristiano maduro, es como un regalo de Dios, que no solamente lo une a Él, sino a sus hermanos, a los que ayuda a redimir.
Terminemos con una frase de Teresita del Niño Jesús, la cual decía que le era “imposible sufrir”, y que deseaba estar apartada de Cristo (“en el infierno”, máximo sufrimiento posible), para que alguien Lo ame desde allí.
No podemos negar la felicidad de Jesús en el cumplimiento de la Voluntad del Padre, aún en el sufrimiento, el dolor y la muerte.
San Pablo se alegra de padecer por Jesús y los hermanos.
Teresita ama tanto que ya le es “imposible sufrir”.
Sí, aún en medio de los sufrimientos, el dolor y la muerte que nos rodea y nos invade, podemos ser felices en Jesús Resucitado, participando de su gloria y de su poder amoroso-redentor.




Gustavo Daniel D´Apice
Profesor de Teología

¿Dónde está Dios en mi dolor?

Lawrence Murray-cc

Cuántas veces hemos tenido esa sensación de no poder más, clamamos al cielo y pareciera que este estuviera sordo a nuestra voz…

Eli, Eli, lema sabachthani?” «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

Señor, qué difícil es sentir tu presencia en medio de la tormenta.

¿Dios, para qué tanto? Tú y yo hemos pasado épocas en que nos suceden cosas llenas de dolor, una tras otra. Las lágrimas se vienen sin pedirlas y no porque sintamos misericordia por nosotros mismos, sino por el cansancio emocional, la fatiga física que estamos llevando a cuestas.

Cuántas veces hemos tenido esa sensación de no poder más. Clamamos al cielo y pareciera que este estuviera sordo a nuestra voz. Qué sensación más extraña. Como si la pena no tuviera final.

Se dice que Dios les da las batallas a sus guerreros más fuertes. ¿De verdad? Entonces, ¿por qué el sentir es ya no poder más? Las fuerzas se agotan, el cansancio se apodera y hasta amanecer cuesta.

¿Será que de verdad Dios se encuentra ausente cuando pasamos por momentos de dolor? Eso pareciera. Sin embargo, Él nunca está indiferente a nuestro sufrimiento. Solo basta que clamemos su nombre para hacerse presente de la manera en que los ojos de nuestro espíritu le reconocerán. Puede ser que los ojos de los sentidos difícilmente le registren, los del alma siempre.

Definitivamente, algunos de los grandes misterios siempre serán la enfermedad y la muerte. Nunca estaremos del todo preparados para recibirlas. Llegan sin avisar, de repente… Todo estaba bien y de un momento a otro todo cambia. La vida se torna tan frágil…

Las preguntas surgen, los miedos aparecen. Son tan intensos que paralizan el alma. Muchas veces no nos dan ganas ni de rezar. Deseo para hacerlo sí hay, fuerza no. Es por eso que en esos momentos es importante pedir a los demás que nos sostengan con sus oraciones.

Mientras tanto, hay que convertir nuestro dolor en plegaria sencillamente diciéndole a Dios: “Te lo ofrezco”. Así Él dará la fuerza cuando la debilidad se presente, la esperanza cuando la desesperación invade, la luz cuando la vida se torne oscura. Solo Dios es la certeza cuando hay más preguntas que respuestas.

¿Pero, cuál será el fin de tanto? Quizá de momento no encontremos respuesta alguna que nos sirva de bálsamo para mitigar nuestro dolor. Sin embargo, jamás dudemos que todo se encamina a un bien mayor.

Tan solo reflexiona, ¿sabes a cuántas personas has puesto a rezar por ti mientras tú pasas por ese dolor? ¿Sabes cuántas jamás habían rezado y gracias a tu sufrimiento hoy comienzan a acercarse a Dios? Justo este es uno de los tantos fines del dolor y del sufrimiento: la conversión de los corazones.

Es cierto, mientras uno pasa por todo eso nuestra parte humana -ya cansada y abatida- voltea al cielo y como hijo vulnerable puede hasta renegar. Créeme que Dios cuenta con nuestra debilidad y está siempre listo a socorrernos, solo necesitamos pedir su ayuda.

Recuerdo hace muchos años cuando uno de mis hijos estaba gravísimo. Mi chiquillo estaba de lo mejor atendido, pero la septicemia no cedía. Recibía la Eucaristía a diario. Frente a su cama en el hospital tenía escrita una lista de personas y cada vez que sentía dolor él volteaba a la lista y ofrecía su malestar por alguna de ellas.

Él lo que hizo fue convertir la queja en actos de amor. Tú puedes hacer lo mismo cuando pases por un momento difícil. Puedes decir: “Dios mío, pero qué pesado me resulta esto. Aun así, te lo ofrezco por…” y ponle nombre y apellido.

Desde que el mismo Cristo sufrió dolor, este obtuvo otro significado. Ahora, todo sufrimiento ofrecido a Dios por amor tiene un valor corredentor. Por eso no hay que desperdiciar ni una sola lágrima.

Por muy grande que sea la tormenta, por mucha lluvia que caiga sobre ti abre las alas de tus sueños y vuela a través de las nubes hasta volver a encontrar la luz del sol. Nunca habrá tormenta tan grande que pueda quitar al sol su capacidad de alumbrar.

Es muy importante que por tu propio bien jamás desconfíes del amor de Dios por ti y del plan perfecto de santidad detrás de cualquier regalo envuelto de dolor. Trata -hasta donde tu capacidad te dé- de no entristecerte. Al contrario. Siéntete privilegiado de que Cristo te haya tomado en cuenta para cargar su cruz por unos instantes. Hoy que sufres eres otro Cirineo.

Si pasas por alguna enfermedad, de esas que te hacen voltear al cielo y preguntar, ¿para qué a mí?, haz de ella tu medio de santificación y convierte tu dolor en oración. Insisto, no desperdicies ni uno sólo de tus malestares y entrégaselos a Dios. Cada lágrima y cada segundo de sufrimiento ofrécelos por un fin concreto.

Todo aquello noble entregado a Dios con actitud humilde tiene un valor corredentor infinito a sus ojos y más cuando viene de un corazón puro y sincero como el tuyo. Y esa sonrisa en tu rostro, esa que es muy tuya, nunca la quites y muestra al mundo entero que en medio del dolor también se puede sonreír.

Es cierto. A veces la vida nos presenta tantas y tantas razones para tirar la toalla, para llorar y darnos por vencidos. Incluso retos que se ven tan imposibles que nos quitan el aliento y los deseos de seguir adelante y hasta de cerrar los ojos de manera permanente.

Sin embargo, luego, después de limpiar el llanto, vuelves a abrir los ojos y te das cuenta de que ha vuelto a salir el sol y que allá afuera hay alguien que es muy feliz por el simple hecho de que tú existas y por quien tu simple presencia hace que su vida sea distinta.

Entonces sientes ese golpe de adrenalina en el alma que te saca de la cama y te hace gritar: ¡Por ti y por mí vale la pena vivir! Elige vivir y seguir adelante a pesar de las circunstancias. Con todo tu corazón reza esta plegaria a Dios:

Padre bueno,

ayúdame a reconocerte en cada evento y circunstancia de mi vida. Sé que caminas junto a mí, aunque en estos momentos de dolor tu presencia se sienta ausencia.

Ábreme puertas para encontrar soluciones a esto que hoy paso. Ciérrame heridas para que solo el amor me dirija. Enséñame a reconocer y a aceptar tu voluntad con paciencia, humildad y con la certeza de que quieres solo lo mejor para mí.

Mis heridas con sus miedos, te las regalo con todo su dolor porque ya aprendí de ello lo que debía de aprender. De hoy en adelante elijo solo el amor en cualquiera de sus manifestaciones porque el amor es el ala que Tú has dado al alma para que pueda subir hasta Ti.

Sí, yo en Ti y Tú en mí, Tú y yo somos mayoría y no tengo más nada nunca que temer.

Por muy duro que sea lo que estés viviendo recuerda hacer cada día al menos una cosa que dé sentido a tu existencia y a todo lo que estés pasando.

Mira a tu alrededor y descubre los mensajes ocultos de belleza y de verdad que existen y que fueron creados sólo para ti. Encuéntralos dondequiera, en cada lugar, en cada persona. Todos estamos conectados de alguna manera y tienen algo que decirnos.

Abre tu mente y tu corazón para mandar y recibir los mensajes de amor que la vida te quiere regalar el día de hoy, sin importar si hay sufrimiento o alegría.

Y siempre sonríe. Tu sonrisa será aún más hermosa cuando la utilices frente a los problemas. Siempre recuerda volverte a Dios y aunque tu sonrisa la estés mojando con lágrimas, dile: “¿Tú lo quieres? ¡Entonces yo también lo quiero!”.

No te des jamás por vencido porque la vida lo vale todo. Lucha y ama con tal fuerza que el último suspiro de aliento que te quede sea para que digas: «¡Sí pude! Y lo pude junto a Ti, mi Señor».

Párate. Sacude esa tristeza. Canta esa famosísima canción “I’m still standing” -Sigo de Pie- y exclama emocionado la certeza de que Dios nunca te ha abandonado. Grita al mundo que puedes con esto y más porque Él te lleva de su mano. Recuerda que al que todo lo pierde, le queda Dios todavía.

Encomiéndate a Él de todo corazón, que muchas veces suele llover su misericordia en el tiempo que están más secas las esperanzas. Repite confiado: «Tuyo soy Jesús y para Ti nací. ¿Qué quieres mi Jesús de mí?».