Aquí tenés el cuadro que debéis completar leyendo los apuntes que tenéis más abajo:
GRIEGA Y ROMANA
Reinaba el Caos, origen de toda creación... personificación del Vacío absoluto y primordial... todo era una masa amorfa y confusa...
Caos, un Dios totalmente
indiferente, junto a su Diosa Nyx -Noche-
la cual traía un manto de oscuridad perpetua al mundo que negaba la visión de
todo y de todos.
Pidieron ayuda a su hijo, Erebo -Oscuridad-. No obstante, éste
traicionaría a su padre y lo destronaría.
De padres tan oscuros y
siniestros, nacieron dos hijas hermosas y radiantes: Éter -Luz- y Hemera -Día- quienes, por vez primera en la historia,
traerían luz a un Universo reinado por la oscuridad absoluta... Destronaron a
sus padres proclamándose Reinas. Así, por primera vez, la Luz se extendería...
Pidieron ayuda a Eros -Amor- y tras un gran esfuerzo
crearon a Pontus -el Mar- y a Gaea -la
Tierra-. Sin
EGIPCIA
Atum, Khnum, Khepri, Amón y Sobek fueron representaciones del mismo
demiurgo que, según los egipcios, creó el mundo.
¿Por qué para los hombres tiene que haber siempre un comienzo para todo?
Tal vez porque el hombre que, en el fondo, no está muy capacitado para
mostrarse objetivo, no puede evitar ver este mundo de una forma subjetiva y
parcial.
Así pues, ya que el hombre nace un día, según él es lógico que su mundo
haya nacido también un día. Puesto que el hombre tiene una madre, es normal que
el mundo también tenga una madre, de cuyo vientre nació el hombre, como el
mundo nació de la nada y del caos. Y si hubo una madre para dar a luz a este
mundo, indudablemente también hubo un padre para engendrarlo. Pero fuera de la
madre y del padre míticos, no hay otra especulación posible para el hombre.
Puesto que, aunque su espíritu audaz y lleno de recursos no deja nunca de
sorprendernos, permitiéndole producir o imitar, a veces de forma muy compleja y
otras veces con mucha simplicidad, los fenómenos y prodigios de la naturaleza,
su poder mental de concepción y profundización sigue siendo limitado. Supone
una barrera que su pensamiento no puede superar, por más evolucionado que esté.
Paradójicamente, para no caer en la locura, es decir, para no ser víctima
de una desestructuración de su espíritu o yo consciente, poniendo en peligro su
capacidad de discernimiento, de análisis y de síntesis, ha optado por una
interpretación del mundo que percibe, regido por un orden y una lógica de vida
bastante constantes, unas leyes y unas reglas relativamente inmutables y
coherentes. Pero en el interior de este sistema bien organizado, si quiere
encontrarse, por decirlo de alguna manera, tiene que haber tenido lugar un
comienzo, y luego un final, en alguna parte, en algún momento...
EL DEMIURGO, CREADOR DEL MUNDO SEGÚN EL ANTIGUO EGIPTO
En Egipto, este famoso comienzo se representó mediante un gran demiurgo,
que describimos como autógeno, porque parece que fue engendrado por él mismo.
¡Y que todos aquellos que creen o dicen que es realmente absurdo creer que un
ser, anterior o superior a todo lo que es, pudo crearse él solo, a partir de la
nada, para enseguida producir el universo con toda su riqueza y complejidad,
que se lo piensen dos veces! Puesto que no sólo no es absurdo, sino como se
dice actualmente, todavía habría que pensar en ello, sobre todo cuando nadie lo
había imaginado. ¿Hasta cuándo remonta esta creencia en la probable existencia
de un demiurgo? No lo podemos saber. En todo caso, fue sin duda anterior al
nacimiento de la civilización egipcia y no hay duda de que sus fundadores se
inspiraron en creencias más antiguas.
Sin embargo, lo que nos parece digno de interés en este concepto de un
demiurgo inicial, que aparece a finales del IV milenio antes de nuestra era,
período de la primera dinastía faraónica, es que parece el inspirador del dios
único, invisible pero omnipresente, que tomarán como modelo todas las
religiones monoteístas, entre las cuales se hallará la de Yavhé, gracias a
Moisés, y que será la más representativa.
LAS DIFERENTES FIGURAS DEL GRAN DEMIURGO
En todo caso, a través de los siglos, las creencias, las ciudades y la
larga historia de esta civilización que, como recordaremos, se extendió a lo
largo de 3.000 años, aunque el demiurgo se revele como una constante, el
aspecto que adoptará para los egipcios difiere. Ciertamente, el que prevalece
acaba siendo Ra, dios supremo, porque tarde o temprano todos los demiurgos se
asocian a él.
Así pues, tenemos a Atum, el progenitor de Shu y de Tefnut. Shu personifica
la atmósfera primordial, el aire y el espacio comprendido entre el Cielo y la
Tierra, sin los que el hombre no podría respirar ni vivir, Tefnut personifica
la humedad, el agua, sin las cuales, como es sabido, tampoco nadie podría vivir
aquí abajo.
Pero lo que resulta extraordinario, pensándolo bien, es que estos lejanos
ancestros, mucho antes de haber creado instrumentos de medida que les
permitiesen demostrar científicamente que sin aire, ni agua, ninguna vida
podría haber aparecido, ya tenían la certeza de ello. Ahora bien, Shu, la atmósfera,
y Tefnut, la humedad, formando una pareja primitiva son los que engendrarán a
Nut, la bóveda celeste, el techo del mundo, y Geb, la tierra, el suelo del
mundo. Según las leyendas míticas de Heliópolis, de Atum nacieron Shu y Tefnut,
a partir del líquido seminal que hizo brotar de su sexo masturbándose, o bien
de los salivazos que lanzaba, o bien, por último, de sus lágrimas (el esperma,
los salivazos o las lágrimas de Atum-Ra no eran otra cosa que los rayos del
Sol). Algo parecido ocurre con Khnum, el dios procreador, origen de toda vida
sobre la Tierra, que casi siempre se representaba con aspecto de hombre con
cabeza de carnero, dando forma con sus manos en su torno de alfarero a un niño,
el primer hombre, y luego evidentemente a todos los hombres. Lo mismo sucede
con Khepri o Kheperer, el escarabajo sagrado, que engendra el mundo, la vida,
los dioses y los hombres, sometiéndose a una transformación permanente de su
propia sustancia, de su existencia, siendo transformación y existencia el doble
significado de su nombre egipcio, y que acabará convirtiéndose en el símbolo
del eterno retorno, de la metamorfosis y de la inmortalidad. Y lo mismo ocurre
con Amón, el gran dios tebano, el más humano de los demiurgos egipcios, ya que
se representaba con aspecto de un hombre de cuerpo azul, emulando la bóveda
celeste, acompañado de su esposa, Mut, la diosa-madre de Egipto, asociada a la
gran diosa-buitre, ave que posee cualidades maternales innegables, y su hijo,
Khonsu, el viajero o el errante, asociado a la Luna. Por eso, según este mito,
de la unión de Amón-Ra, el Sol, y de Mut, la Tierra, nació la luna, divinidad
masculina. También ocurrió lo mismo con Sobek, el dios cocodrilo, ciertamente
la divinidad creadora del mundo, pero también temible, voraz y feroz, tanto
capaz de procrear como de devorar a su prole, así pues, tanto de dar la vida
como de quitarla.
EN EL ANTIGUO EGIPTO, EL DEMIURGO, CREADOR DEL MUNDO,
REVISTIÓ FORMAS DISTINTAS, PERO SIEMPRE ACABA ASOCIÁNDOSE CON RA. ATUM ES UNO
DE LOS GRANDES DEMIURGOS EGIPCIOS. ES EL TODO, EL CREADOR DE TODO, PERO TAMBIÉN
EL INEXISTENTE QUE SE ENGENDRA A SÍ MISMO
EN ISRAEL
En Israel, los redactores de la Biblia se inspiraron en dos relatos
cosmogónicos, uno de los cuales da inicio al AntiguoTestamento.
No se puede hablar del nacimiento del mundo según Israel, por supuesto, sin
mencionar el Génesis bíblico. Sin embargo, actualmente, en un plano histórico,
está establecido que dos relatos fueron el origen de la Biblia, la cual, más
que un mito, constituye una convicción religiosa profunda muy arraigada en la
mentalidad de los judíos y los cristianos del mundo entero, que tienen un común
referente en el Antiguo Testamento.
UNA LEYENDA JUDÍA SOBRE EL PRIMER DÍA DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra,
02 todo era confusión y no
había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu
de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
03 Dijo Dios: «Haya luz», y
hubo luz.
04 Dios vio que la luz era
buena, y separó la luz de las tinieblas.
05 Dios llamó a la luz «Día» y
a las tinieblas «Noche». Atardeció y amaneció: fue el día Primero.
06 Dijo Dios: «Haya una bóveda
en medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras
07 Hizo Dios entonces como una
bóveda y separó unas aguas de las otras: las que estaban por encima del
firmamento, de las que estaban por debajo de él. Y así sucedió.
08 Dios llamó a esta bóveda
«Cielo». Y atardeció y amaneció: fue el día Segundo
09 Dijo Dios: «Júntense las
aguas de debajo de los cielos en un solo depósito, y aparezca el suelo seco.» Y
así fue.
10 Dios llamó al suelo seco
«Tierra» y al depósito de las aguas «Mares». Y vio Dios que esto era bueno.
11 Dijo Dios: «Produzca la
tierra hierba, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la
tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie.» Y así fue.
12 La tierra produjo hierba,
plantas que dan semillas y árboles frutales que dan fruto con su semilla
dentro, cada uno según su especie. Dios vio que esto era bueno.
13 Y atardeció y amaneció: fue
el día Tercero.
14 Dijo Dios: «Haya luceros en
el cielo que separen el día de la noche, que sirvan para señalar las fiestas,
los días y los años,
15 y que brillen en el
firmamento para iluminar la tierra.» Y así sucedió.
16 E hizo Dios los dos grandes
luceros: el lucero mayor para regir el día, el lucero menor para regir la
noche, e hizo también las estrellas.
17 Dios los colocó en lo alto
de los cielos para iluminar la tierra,
18 para regir el día y la noche
y separar la luz de las tinieblas; y vio Dios que esto era bueno.
19 Y atardeció y amaneció: fue
el día Cuarto.
20 Dijo Dios: «Llénense las
aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el
firmamento.»
21 Dios creó entonces los
grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su
especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era
bueno.
22 Los bendijo Dios, diciendo:
«Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo
las aves sobre la tierra.»
23 Y atardeció y amaneció: fue
el día Quinto.
24 Dijo Dios: «Produzca la
tierra vivientes según sus especies, animales del campo, reptiles y fieras.» Y
así fue.
25 Dios hizo las distintas
clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según sus
especies, y todos los reptiles de la tierra según sus especies. Y vio Dios que
todo esto era bueno.
26 Dijo Dios: «Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del
mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras
salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.»
27 Y creó Dios al hombre a su
imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
28 Dios los bendijo,
diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla.
Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo
ser viviente que se mueve sobre la tierra.»
29 Dijo Dios: «Hoy les entrego
para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la
tierra, y toda clase de árboles frutales.
30 A los animales salvajes, a
las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra,
les doy pasto verde para que coman.» Y así fue.
31 Dios vio que todo cuanto
había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Sexto.
CAPÍTULO 2:
01 Así
estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos.
02 El día séptimo Dios tuvo
terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho.
03 Bendijo Dios el Séptimo día
y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta
creación que había hecho.
04 Ésta es la historia de la
creación del cielo y de la tierra. Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el
cielo
05 no había sobre la tierra
arbusto alguno, ni había brotado aún ninguna planta silvestre, pues Yavé Dios
no había hecho llover todavía sobre la tierra, y tampoco había hombre que
cultivara el suelo
06 e hiciera subir el agua para
regar toda la superficie del suelo.
07 Entonces Yavé Dios formó al
hombre con polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el
hombre tuvo aliento y vida.
08 Yavé Dios plantó un jardín
en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había
formado.
09 Yavé Dios hizo brotar del
suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El
árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del
bien y del mal.
10 Del Edén salía un río que
regaba el jardín y se dividía en cuatro brazos.
11 El primero se llama Pisón, y
corre rodeando toda la tierra de Evila donde hay oro,
12 oro muy fino. Allí se
encuentran también aromas y piedras preciosas.
13 El segundo río se llamaba
Guijón y rodea la tierra de Cus.
14 El tercer río se llama
Tigris, y fluye al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.
15 Yavé Dios tomó al hombre y
lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
16 Y Yavé Dios le dio al hombre
un mandamiento; le dijo: «Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del
jardín,
17 pero no comerás del árbol de
la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que
morirás.»
18 Dijo Yavé Dios: «No es bueno
que el hombre esté solo, voy a hacerle una auxiliar a su semejanza.»
19 Entonces Yavé Dios formó de
la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, y los
llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser
viviente había de ser el que el hombre le había dado.
20 El hombre puso nombre a
todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se
encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara.
21 Entonces Yavé hizo caer en
un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y
rellenó el hueco con carne.
22 De la costilla que Yavé
había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el
hombre exclamó:
23 «Esta sí es hueso de mis
huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido
tomada.»
24 Por eso el hombre deja a su
padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne.
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